lunes, febrero 22, 2010

SERENATA


En esa serenata ante la luna
hubo un sueño perfecto, bien amado.
Fue esa sintonía, como ninguna,
la que unió aquellas voces sin pasado.

Y fue melodía, desde la cuna,
quien rompió el silencio en pasos alados,
noche sin reparos. Ella, sólo una
mujer que lo admiró desde el estrado.

Desde allí se suma al tardío llanto
de amaneceres lúgubres, recuerdo,
y es que alteró su vida con el canto.

Ella apenas el suburbio del cuánto.
Ilusión, mixtura, cruel tiempo lerdo
conjura soledad con amaranto.


©Elisabet Cincotta