domingo, agosto 26, 2007

TESTIGO


No mentir
atardeceres de olivos
ni dolores fecundos.
Mirar de tarde el río
-hacia el poniente-
que sonroja los últimos
vestigios del murmullo.

No echar al olvido el pasado
ni guardar el poema.
Anochecer de pie
-no importa donde-

Anochecer siguiendo alguna estrella
volver a ser tierra
y renacer en la boca de algún niño.
Que la luna sea testigo
de cuanto amanecer nos queda.

Elisabet Cincotta

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