TESTIGO
No mentir
atardeceres de olivos
ni dolores fecundos.
Mirar de tarde el río
-hacia el poniente-
que sonroja los últimos
vestigios del murmullo.
No echar al olvido el pasado
ni guardar el poema.
Anochecer de pie
-no importa donde-
Anochecer siguiendo alguna estrella
volver a ser tierra
y renacer en la boca de algún niño.
Que la luna sea testigo
de cuanto amanecer nos queda.
Elisabet Cincottaderechos de autor reservados
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