No importa el desarraigo
del retiro nocturnal
donde algún bostezo se consume
y subyace la liviandad de otro día
no señala ningún camino
-estática- fiel al desencuentro
no le duele la cintura del olvido
cuando el ave de rapiña
se lleva la esperanza
Elisabet Cincotta
derechos de autor reservados
empelazga su vida
lo prohibido es sagrado
la herida sangra en otro
el egoísmo no le permite
perder el juego
Elisabet Cincotta
derechos de autor reservados
allí estaba
prisionero detrás del muro
sin poder traspasar la umbría
y gritar su libertad condicional
Elisabet Cincotta
derechos de autor reservados
........................................tan sólo una flor me dejo un guardián
........................................qué sólo que estoy tendré que llorar
..............................................................José Carbajal
cuatro paredes ahogan realidades
navío
mar adentro
fustiga con crudeza la imagen
que no alcanza a ser contorno
el ventanal refugia el sol
para encender la palidez
pierde en cada gesto la ilusión
óptimo consorcio
adjunta huellas
lánguida luz
fervor hueco
cuatro paredes rocío de su alma
Elisabet Cincotta
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Y la carne ronda los espectros.
Sin pudor se desviste cada noche
y elude el reojo en el espejo.
Gira entorno la cabeza
presiente que no habrá
un ademán que la contenga.
Y afuera febrero canta grillos.
Serenata de amor en el lucero.
Elisabet Cincotta
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flor carmín el néctar brota
tras la sutil firmeza el suspiro
amalgama la belleza
el placer
inunda de fragancias el estío
y en el lecho está la mano
del que completa labios
la figura
sales yerguen melodía
rítmicos abrazos perduran en el vientre
y es la noche azucena entre sábanas
naciente alelí del nuevo día
Elisabet Cincotta
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Evoco tus hebras de humo
con lo gris de la mirada
y el andar cansino por la esquina,
etapa del memorial pasado.
Suavizo tu paso entre galochas.
Salpica la lluvia de azabache
la mixtura de un tiempo ya perdido
en el gris sabor de la nostalgia.
Evoco la trampera
torbellino de misterio,
la revista donde alguna vez pintaste
ricuritas, merengues del recuerdo.
Y traigo un canto orillero,
flor, fandango, estrella
para evocar en este plenilunio
el beso, piel morena.
Elisabet Cincotta
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En su ciudadela había un retoño de esperanzas.
Sol, malvón que la distancia no podía hacer olvido.
En equipado verso, cual son de una guitarra, abrazaba el día armada de la dicha pasajera, porque ser en su quimera era más que ser nostalgia.
Rudimentaria estampa guardaba frases y aromas.
Esencial era la gloria de sentir el beso ausente y aunque no lo creyese, doliente, amanecía entre mantas de un ayer sin palabras ante la oscura mañana que forjaba su sendero ciudadela adentro.
Sólo ella sabía cuánto amaba
Elisabet Cincotta
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