
Sonríe apenas.
Una brisa azul despierta nomeolvides
cuando junco atardecer no quiebra la mirada
y los ojos brillan verde-mar,
gris-plata, trigo-maduro.
Es todo horizonte
el gesto que su boca ampara.
Sonríe al niño en la plaza,
a la madre que aguarda,
al recital de tango,
a la esperanza, a la desilusión,
al amigo que comprende su palabra.
Y es ave al viento-alma-grillo
las veces que su risa escapa.
Elisabet Cincotta
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