Se cae el mi esta tarde dominguera.
Se cae sin espanto.
El tango duerme entre cantos
y la milonga besa su silueta.
El bandoneón abraza el pentagrama,
el contrabajo tiembla en el lamento
y es el piano quien recoge movimientos
que ponen la nota entre la pista.
Suena la orquesta con soltura,
quiere retornar a alguna esquina,
adoquín, farol, boliche que perfuma
el canto del vaivén y la cadera.
Hay nostalgia de pasado,
melancolía en silencios.
El tango rearma el argumento
para latir en tarareos.
El mí-el tú
y la cadencia se pierden
esta tarde moribunda,
fueye que nos hace, aún distantes,
pasajeros de la vida.
Elisabet Cincotta
derechos de autor reservados
4 comentarios:
A compadrear, por que así lo manda el tango! Tu poema no le falta sino el resongar de un bandoneón.
Besos,
Ana Lucía
Lo dicho...eres tango amiga, eres bandoneón, guitarra y piano...eres el somos del verso que "compadrea" como bien dijo Ana Lucia.
Besos,
Migdalia
qué más se puede decir de quién es puro tango y melodía en sus letras.
Impresionante lo suyo.
besitos Elisa.
Liliana
Muy bueno Elisa. Un saludos.
Erika
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